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“Ayudamos a las empresas a elegir un futuro más sostenible a nivel social, económico y ambiental”

Entrevista con Lorena y Esperanza, creadoras de Kunectors.

1. ¿Quiénes son Lorena y Esperanza? ¿Cuál es vuestro papel dentro de Kunectors?

Somos dos mujeres que nos conocimos trabajando en el ámbito de la economía social y que rápidamente vimos que conectábamos con todos los valores, la manera de hacer y la visión de futuro que compartíamos. Encontramos un espacio de confianza para poder compartir y, con el tiempo, decidimos crecer y hacerlo extensivo a otras personas y organizaciones.

Kunectors nos está permitiendo conocer muchas realidades, aprender, compartir y generar alianzas que crean valor conjunto.

Dentro de Kunectors, nuestro papel es dirigir y gestionar todas las oportunidades de alianza que se pueden desarrollar para generar impactos positivos en los territorios.

2. ¿Cuál es vuestro propósito o misión?

Queremos ayudar a mejorar el presente de los territorios y de las organizaciones para que puedan elegir un futuro más sostenible a nivel social, económico y ambiental.

3. ¿Qué es el Método K?

Es la forma en que normalmente abordamos este propósito del que hablábamos.

Estructuramos los pasos que seguimos en nuestra actuación para hacerlo visible a los demás. Se basa principalmente en escuchar y observar, con el fin de consensuar las actuaciones de manera personalizada con cada empresa, organización o persona con la que desarrollamos proyectos, alianzas y consultorías.

Kunectors trabaja para poner en valor lo que las organizaciones ya están haciendo, y ayudarlas a proyectar las acciones de futuro alineadas con los nuevos compromisos que desean adquirir.

4. ¿Creéis que las nuevas generaciones empresariales tienen un mayor compromiso social?

Creemos que quieren hacer las cosas de manera diferente. Siempre ha habido personas con compromiso hacia alguna causa concreta, por proximidad o experiencia vital, que han colaborado y actuado para mejorar esas áreas con las que están sensibilizadas.

Ahora, sin embargo, se busca integrar ese compromiso en el ADN y la estrategia de la empresa, porque ya no basta con trabajar para generar “producto”. El mercado exige saber de dónde proviene cada elemento que se fabrica, cómo se trata a las personas trabajadoras y al territorio, qué se hace con los recursos y los beneficios, y a quién se apoya.

Las nuevas generaciones son conscientes de todo esto porque también actúan así: quieren abrirse y ser más transparentes con su actividad.

5. ¿Cómo ha cambiado el panorama de las empresas catalanas ante las nuevas exigencias de los clientes?

Como comentábamos antes, las empresas se están adaptando a los nuevos requerimientos del mercado.

Al principio, todo se centraba en ofrecer calidad en los productos; poco a poco, también en garantizar seguridad laboral y derechos a las personas trabajadoras; después, en la percepción y acción medioambiental.

Ahora se empieza a integrar la Responsabilidad Social dentro de la estrategia de gestión y el día a día de cada organización.

Cada vez hay más requerimientos, no solo por parte del mercado o los clientes, sino también por parte de las administraciones públicas. Así que, quien no lo haga ahora por convicción, probablemente deberá hacerlo más adelante por exigencia normativa, ya que esto permite ser más competitivo y hacer visibles los compromisos.

6. ¿Cuáles son los pasos para convertirse en una empresa socialmente responsable?

¡Todas las empresas ya hacen acciones, de una forma u otra, y ya lo son en parte!

Lo indispensable es estar dispuesto a integrar la responsabilidad social en toda la cadena de valor y en la cultura de la empresa, ser transparente e implicarse.

Cuando una empresa se marca el objetivo de ser socialmente responsable, debe empezar por entender su realidad, su visión y su propósito, y detectar las incoherencias. Esto se logra consultando a todos los miembros de la organización y a todos los grupos de interés, tanto internos como externos.

Hay que ordenar cada área, estructurar sus necesidades y entender qué ofrecen.

También deben observar y determinar todas las acciones que ya realizan, y comenzar a marcar un plan o estrategia con indicadores que les permitan medir el valor y los impactos de sus acciones.

Consensuar y fijar nuevos objetivos también es importante. Que estos sean reales y alcanzables es clave para mejorar gradualmente y poder anticiparse y adaptarse a los cambios.

Comunicar los objetivos y las acciones a todos los grupos con los que se relaciona la empresa e implicar al personal es esencial para lograr avances; de lo contrario, no sirve de nada.

Después de todo este proceso de valoración y adaptación estratégica, se deben comenzar a realizar acciones con sentido y coherencia. Si se hacen bien y están adaptadas a la realidad de cada organización, facilitarán un aumento de competitividad, un papel activo, el reconocimiento como referente y la creación de alianzas de valor con otras organizaciones, proyectos y agentes que contribuirán a mejorar los territorios.

7. ¿Qué acciones serán prioritarias para consolidar proyectos de futuro? ¿Hacia dónde creéis que evoluciona?

Hay que pensar globalmente y actuar localmente. Cualquier acción que no se conciba dentro de este marco carece de futuro.

Nadie está aislado en su actividad, y se deben tener en cuenta todos los factores y a todos los grupos de interés: clientes, proveedores, trabajadores, administraciones, comunidades locales, vecinos, etc.

Las actividades y acciones que involucran a otras personas y realidades, haciéndolas partícipes, son las que construirán el futuro. El respeto, la transparencia, la ética, el compromiso y la adaptabilidad son el camino.

Actualmente contamos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que marca la Agenda 2030 y que sirven de guía para articular las acciones con esta visión global.

8. ¿Cuáles son las principales oportunidades y retos de integrar los ODS en la gestión empresarial?

Integrar de forma transversal un plan de RSE y ODS genera muchas oportunidades y ventajas, ya que permite convertirse en un agente activo de cambio, no solo en la actividad económica, sino también a nivel social y medioambiental. Esto significa ser más competitivo y sostenible.

Es cierto que supone un reto importante, ya que obliga a replantear muchas prácticas tradicionales, y a veces cuesta integrar cambios, ser más transparente o abrir vías de acción conjunta.

Con frecuencia, la dirección o la gerencia lo perciben como una pérdida de poder de decisión, pero integrar estos objetivos e implicar al entorno representa una gran oportunidad para renovar los modelos de liderazgo y hacer que todas las personas se sientan parte de un proyecto que apuesta por la sostenibilidad y el futuro.

Por ejemplo, en el ámbito económico, puede ayudar al posicionamiento en el mercado, a mejorar la imagen y reputación de la empresa, aumentar la competitividad, fomentar la mejora continua y la innovación, anticiparse a las exigencias del mercado y la administración, e incrementar la productividad.

En el ámbito social, los beneficios se relacionan directamente con las personas trabajadoras: se puede aumentar su motivación, el sentido de pertenencia, fomentar la atracción y retención del talento, mejorar el clima laboral y las relaciones con la comunidad.

En cuanto al ámbito ambiental, un buen trabajo en esta área puede aportar reducción de costes asociados al consumo (energía, agua, recursos), reducción de costes en la gestión de residuos, minimización de riesgos ambientales, contribución a la lucha contra el cambio climático y fomento de la economía circular.

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